

Gori junto a Alfredo Varela, autor de El Río Oscuro, marcó un camino en la investigación periodística, en las obras testimoniales, profundamente comprometido con los temas que hacen a una identidad.
Gori nos enseñó a escribir con pasión. Las tertulias de la tarde a puro mate se llevaban a cabo en el patio de su casa en pleno barrio Guadalupe, a metros de la costanera, bajo una parra, y de ese grupo salió Tupambaé, una serie de cuadernillos publicados. El mío se llamó Solferino y todos fueron prologados por él.
En la foto aparezco junto a él, a la izquierda. Hace 24 años.
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