Eppur, si muove
-¿Usted cree que puede haber un aborigen Emo?
-Sí. Respondí yo, desde mi sitio de inexperto blogger sin peinado.
Entonces, me contó que Demetrio Mendelejeff no pensó en él al diseñar su Tabla Periódica de Elementos Químicos. Pero fue previsor y humilde al advertir su presencia.
-¿De qué me habla? Le pregunté.
-Del Latinoamérico, ¡momia! Me contestó.
-Ah! creí que me hablaba del Hidrógeno, ó de Flor de la V, ó de Dios, ó de la zona de Ecuador donde llueven peces, ó de la zona del Paraguay donde llueven mandiocas, ó de la zona del Chaco donde de vez en cuando caen piedras del cielo.
-¿Parece qué nunca estudió la Tabla Periódica en Química? Dijo aplastándome.
-No, nunca la estudié, pero escuché hablar de ella. Alcancé a retrucar.
-La inventó un ruso, que se llamó Demetrio Mendelejeff, que no supo ubicar o se hizo el boludo con algunos elementos, y eso le gustó a la Iglesia:
La actitud del científico fue recibida con beneplácito por la mayor institución administradora de la Fe. Los sabios de la Oscuridad reunidos en el Vaticano interpretaron la moderación, ó el descuido, ó el desconocimiento de Mendelejeff como una consecuencia positiva del escarmiento que recibió Galileo Galilei, absuelto recién por el Papa Juan Pablo II.
Posteriormente, la comunidad científica fue más soberbia e intoxicada de información negó sistemáticamente al Latinoamérico, un elemento de las Tierras Raras, y fomentaron la existencia de otros artificiales y, desde luego, dieron al Europio una preponderancia desmedida, propio de conquistadores, de los dueños de las patentes de invención, amo y señores de la propiedad intelectual.
Este texto fue escrito en la sala de terapia intensiva del Hospital Privado de Córdoba en 1993 y se publicó en papel ese mismo año en formato libro En manos de El.
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