lunes, 17 de noviembre de 2008

El museo de Napalpí

Hablé el sábado pasado con los hijos de Melitona Enrique. Los restos de la anciana sabia ya descansaban en El Aguará. ¡Qué símbolo de la historia reciente del Chaco!
Sabino me dijo que estaban pensando...
-Sagrado tiempo toba-
Le prometí visitarlos antes de fin de mes.
Cuando me despedí de Melitona en octubre le anticipé a Sabino que el final para Melitona estaba cerca; y le propuse que vaya pensando en su rol de transmisor de su historia y que para bien de la memoria de la anciana sabia, de ellos, y de todos los chaqueños, esa casa que le donó el Gobierno de la Provincia tendría que terminar siendo el museo de Napalpí.
Sabino y su hermano Mario lo están pensando.
Yo estaría dispuesto a colaborar. En un principio con todo el material bibliográfico, imágenes y la carabina máuser que tengo en mi poder y que fue usada en 1924.
Pero además habría gente que ayudaría a darle forma a ese museo donde los chaqueños podríamos aprender, y podríamos mostrar que nuestra historia es un compendio de lo que pasó y pasa en la Patria Grande.
No creo en los museos que juntan telarañas. Creo en los museos vivos donde se pueda aprender historias, leyendas, lenguas originarias, donde se pueda debatir, cambiar ideas, charlar, tomar café, escuchar música, contemplar y comprar artesanías, contemplar y comprar obras de arte, comprar libros, comprar videos, y, por qué no, souvenir de esa tierra vigorosa y sacudida por los tiempos.

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